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cipit tabula evangeliorum et epistolarum que cantantur in ecclesia per anni circulum (5 hojas). En el v.o de la 5.a: Dixitque Mardocheus a Do. facta sunt ista... (De letra del siglo xiv y más gruesa que la de la Biblia).

Siguen de letra más pequeña y de tinta diferente, el Tedeum y otras oraciones hasta la hoja 8.a, donde acaba el texto: 4 hojas de guardas en blanco.

Capitales de oro y colores, algunas con miniaturas, caricaturas y rasgos caligráficos prolongados por toda la página. Iniciales de colores con rasgos caligráficos. Alto de las hoj. 315 milím. por 211 de ancho. Caja de la escritura 230×134. Letra del siglo XIII: escrita á dos col. en finísima vitela. Las márgenes super. recort. al reencuad. Las manecillas de plata y la primitiva encuadernación han desaparecido. Pasta mod.

OTRO LIBRO EN QUE ESTÁN ESTAMPADAS LAS HISTORIAS DE LA BIBLIA. Probablemente un ejemplar de la famosa Biblia pauperum.

UN BREVIARIO ROMANO ANTIGUO, escrito de mano, en pargamino, con algunas oraciones de devoción al principio.

Folio 1 á 16: varias oraciones en lat. y cast. Fol. 11 v. cálculos cronológicos. Por uno de ellos se deduce la fecha del ms., pues dice: «en este año de 1438». Empléase el verbo pascuar: para saber á cuántos pascuamos, etc.

Folio 17: Calendario, que ocupa 6 hojas. En las dos siguientes, oraciones.
En la otra, que lleva fol. XVI, In primo sabbato de Adventu...

Folio 17 v. In nomine Dni. incipit ordo breuiarii secundum consuet. rom. curie.

Orlas de oro y colores con miniaturas que también llevan las capitales. Iniciales de rojo y azul, alternadas.

Consta de 736 fol.; aunque desde el 725 hay oraciones añadidas posteriormente. Hojas de fina vitela, de 127 milím. por 79. Letra del siglo XIV, á 2 col., con caja de escritura de 80×58. Encuad. mod. de Grimaud.

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UN BREVIARIO DE NUESTRA SEÑORA en que se contienen sus gozos.

Breviarium gloriossissime Virginis Marie secundum consuetudinem curie Romane et deuotionem auctoris. 1 hoja de guardas: 12 sin fol. con oraciones á la Virgen.

Folio I. Martyrologium: fol. 2.o en bl.: fol. 3.o v.o Incipit Breviarium: folio 156 v.o Explicit Breviarium. En los 3 siguientes, hasta el 158, varias oracionės. Iniciales de azul y rojo, altern. Letra de principios del siglo XV, á 2 col. Hojas de finísima vitela, de 167 milím. por 117. Caja de la escritura, 107 × 76. Pasta labrada: nervios: encuad. mod. de Grimaud.

LIBRO ANTIGUO que contiene el oficio de la Septuagésima, Sexagésima, Quadragésima y Quincuagésima.

OTRO LIBRO DEL SALTERIO DE NUESTRA SEÑORA.

Folio 1.o Incipit ordo Breviarii gloriossissime virginis Marie secundum consuetudinem curie romane et devotionem auctoris.

7 hoj. de guardas: 1 de Indice. Texto, desde fol. 1.o á 61. Fol. 62 en bl. Capitales é iniciales de rojo.

Letra de principios del siglo XV. Hoj. de 128 milím. por 88: el texto, 90 por 69. Vit. Pasta labrada; nervios. Encuad. mod. de Grimaud.

UN DIURNAL DEL REZO ANTIGUO y pequeño, escrito de mano, en pergamino. (Se continuará).

A. Paz y Mélida.

LA ARQUEOLOGÍA IBÈRICA E HISPANO-ROMANA EN 1896.

Las antigüedades viven en España de milagro. La casualidad las encuentra, la codicia las oculta cuando la barbarie ó la ignorancia no las destroza y las injuria; manos incompetentes ó torpes suelen guardarlas sin aprecio, y si llegan á ser recogidas por la curiosidad, pocas veces pasan á ocupar un lugar digno en las salas de los Museos y en la Ciencia las páginas que reclaman. Todo esto podría evitarlo una ley de antigüedades oportunamente aplicada y severamente cumplida; mucho remediaria, sin duda, la cultura, si estuviese bien dirigida y sus deseos hallaran eco en ciertas personalidades y asociaciones; pero lo único que suele lograrse es que algunas revistas y aun periódicos diarios den noticia de los hallazgos conforme estos van ocurriendo. Dichas noticias, por la buena fe y el desinterés que generalmente las inspira, merecen aplauso, y le merecerían aún mayor si fueran siempre bastante detalladas y precisas en lo que se refiere á los datos locales y á la descripción de los objetos descubiertos. Frecuentemente, por desgracia, la vaguedad de las referencias desorienta á los arqueólogos, que no pueden apreciar la importancia de los nuevos elementos de trabajo arrancados fortuitamente del seno de la tierra que por espacio de sig los los guardó generosa.

Si se quiere poner coto á tanto mal, fuerza es que los mismos arqueólogos y aficionados busquen un medio de aunar sus iniciativas (hoy aisladas), en provecho del bien común; algo que haga fértiles esas iniciativas y que sirva de estímulo y aun de guía á los indiferentes. Para prestar esta clase de servicios á la Ciencia, no es necesario ser hombre sabio, basta con ser hombre culto, y la Arqueología ha menester, más que otras ramas de los conocimientos, del auxilio de todo el mundo, por la misma razón de que la suerte depara los hallazgos de antigüedades á manos profanas (á veces profanadoras), y los primeros que disfrutan tales riquezas casi nunca son los sabios.

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Inspirados en estas ideas nos atrevemos á abrir en esta REVISTA (que por su índole y por sus fines no puede permanecer indiferente ante la pérdida ó la vida ignorada de las antigüedades), una sección especial destinada á dar cuenta todo lo detallada que sea posible de los descubrimientos que ocurran en nuestro suelo patrio, y al efecto invitamos para que colaboren en ella á todos los arqueólogos, á todos los conservadores de Museos, coleccionistas, individuos de las comisiones de monumentos, á los catedráticos é investigadores, que estudiando la Naturaleza, suelen tropezar con las obras que produjeron los hombres de tiempos pasados; á los aficionados, á los artistas, á las gentes cultas, en fin, y aun á los simples curiosos, vecinos de ciudades pequeñas y de pueblos que suelen ser ricos veneros para la Arqueología. Cada cual, según sus medios y en la medida de sus fuerzas, podrá enviar á la REVISTA noticias de los hallazgos, conindicación precisa de los sitios en que ocurran, de la naturaleza y caracteres de los objetos; y todavía, si pueden los comunicantes acompañar tan precisos datos con un ligero plano del terreno, caso de haber en él ruinas ó restos que examinar, y algún croquis ó dibujo, cuando no sea posible una fotografía, de las piezas descubiertas, prestarán un servicio señaladísimo á la Ciencia. Proponemos, pues, una obra colectiva provechosa para el bien común y encaminada á sacar á las antigüedades de la oscuridad en que se ocultan, con perjuicio de la Historia y la Arqueología que las reclaman con legítimo derecho. No están de moda las declamaciones, y por otra parte sería ocioso lamentar lo que hoy está en la conciencia de todo el mundo: esto es, que tan vandálico es destruir árboles, por ejemplo, como tirar ó destruir las reliquias de lo pasado, pasado de que este país se enorgullece con tan justos títulos. Injuriar ú ocultar con torpes miras las antigüedades, es destruir la Historia.

Hay en la nuestra dos páginas interesantísimas que se hallan todavía incompletas; la primera mucho, la segunda no tanto, en algunos puntos. Ya se comprenderá que nos referimos á la época ibérica, que puede llamarse colonial, porque la vida y la actividad se desarrollan principalmente en los emporios ó centros establecidos por los pueblos que á la sazón se disputaban la supremacía comercial y política en el Mediterráneo, y á la época romana. De estas épocas, ¿qué han producido (en lo que á la Arqueología se refiere) la casualidad ó la investigación durante el año que acaba de terminar? Por lo que toca á los hallazgos seguramente muchísimo, porque en España son incesantes; y sin embargo, pocos son los registrados en revistas y periódicos.

Hojeando las publicaciones que tenemos á la vista hallamos repetidas comprobaciones de cuanto acabamos de decir. En las obras de cimentación. de un puente que se construye en Tortosa, sobre el Ebro, se descubrieron fragmentos de «cerámica romana», entre ellos algunos de ánforas y platos,

que según denunció un periódico, recogieron aficionados curiosos, en vez de transportarlo todo á algún Museo, como indica con razón el Boletín de la Sociedad Arqueológica Barcelonesa. El Diario de Gerona dió cuenta de que al abrir una carretera de San Feliú de Guixols á Palamós, fué descubierto un mosaico y varias monedas, sin que de aquél ni de éstas sepamos cuál haya sido el paradero. Concisas son, por cierto, estas referencias para que por ellas pueda juzgarse de la magnitud de la pérdida, pero ésta siempre será lamentable.

Cierto que en cambio el Diario de Mataró hizo mención de que en excavaciones practicadas cerca de dicha ciudad, se hallaron varios objetos, algunos notables y que guardan relación con las antigüedades de Caldetas y de Cabrera de Mataró, por lo que se había encargado del estudio de aquéllos D. José M. Pellicer y Pagés, autor de la obra Iluro, que preparaba un tra-. bajo sobre el resultado de sus investigaciones. Por lo pronto, sabemos que el fruto del hallazgo cayó en buenas manos. También es de notar la donación hecha por la Sra. Duquesa viuda de Abrantes al Museo de la Real Academia de la Historia de algunas urnas cinerarias, que fueron halladas en la dehesa titulada Ahín, propiedad de dicha señora, en la provincia de Toledo, y que tienen de particular el adorno de sus caras compuesto de numerosos círculos «parecidos (según leemos en el Boletín de dicha corporación) á los que distinguen varios monumentos que pasan por célticos hallados en las ruinas de Citania, al N. de Portugal». Más importante aún es la noticia inserta en dicho Boletín (xxvi, pág. 532), de la vía romana de Mérida á Villafranca de los Barros, que ha explorado el Sr. Marqués de Monsalud, quien la describe en la nota publicada, haciendo notar el hallazgo del hito ó mojón divisorio de los cuatro términos en que se tocan los de Almendralejo, Mérida, Alonje y Villafranca, y en que cree ver el comunicante la clave de los límites de las provincias Bética y Lusitana; después de cuyas consideraciones habla de los objetos hallados en la comarca, algunos de ellos existentes en el Museo de Villafranca. Estos objetos son en su mayoría productos cerámicos, unos de pasta ordinaria, otros de barro saguntino con marcas, que publica dicho señor. Este, anteriormente, comunicó á la Academia en otra carta (V. Boletín de la R. A., t. xxviii, pág. 429 y 430), además de una lápida sepulcral de Mérida, noticia de los restos de una quinta romana, existentes en el sitio llamado Villagordo, á orillas del arroyo Bonaval, término de Villafranca de los Barros; cree que aquéllos corresponden á la planta de sótanos; observa que algunas habitaciones conservan su bóveda y habla de una piedra que considera como pesillo de una viga de lagar de aceite, el cual pesillo es «artefacto todavía en uso en Andalucía y en Extremadura».

De Mérida comunicaron también á la Academia, que al abrir las zanjas para cimentar el edificio del nuevo Casino, junto al arco de Trajano, salieron enormes sillares de piedra de granito, los cuales denotan que á unos tres metros de profundidad están los restos de una obra suntuosísima, que la

Comisión de Monumentos no pudo explorar por falta de recursos. En aquel paraje se encontró también un cipo romano geográfico, dedicado á Pompeya Cloutina Turdula que según indicó Hübner (Corpus, núm. 523), sirve de punto de apoyo á la explicación de un texto de Estrabón, referente á Mérida.

Estos son los hallazgos más notables de que se ha dado cuenta. Mas como sucede muchas veces, inédito ha quedado el más importante que se efectuó (pero no el pasado año, sino antes, aunque los aficionados no han tenido conocimiento de él hasta hace poco), en el Llano de la Consolación (á 2 kilómetros de Montealegre (Albacete) y 2 del famoso Cerro de los Santos), y consiste en un curiosísimo bronce griego arcáico, que representa un fauno. Omitimos detalles, pues nuestro amigo D. Antonio Vives prepara desde hace tiempo un trabajo acerca de tan interesante objeto.

La Epigrafía ha sido más afortunada, merced á la atención constante que le dedican algunos investigadores, tanto nacionales como extranjeros, entre éstos principalmente el Sr Hübner, insigne autor del Corpus, y entre aquéllos el R. P. Fita, á cuya diligencia meritoria se debe que el Boletín de la Academia de la Historia haya realizado, respecto de nuestras inscripciones romanas, la obra de recopilación que en el terreno de la Arqueología pretendemos para la presente REVISTA. El perseverante epigrafista español ha dado cuenta en dicha publicación, en el curso del año pasado, de 29 inscripciones romanas y 14 visogodas que transcribe y traduce con su acostumbrada pericia. Por su parte, el Dr. Berlanga ha hecho un erudito estudio de una inscripción geográfica inédita de la Bética, y D. Joaquín Costa ha publicado cinco epígrafes de la misma provincia romana; ambos trabajos han visto la luz pública en la Revista Crítica de Historia y Literatura, y en la Revista de Menorca, los que han dedicado D. F. Camps y el profesor Hübner, separadamente, al miliario de Alcaidús.

Los trabajos publicados durante el año, además de los indicados, entre los cuales la recopilación epigráfica del P. Fita, por ser continua, debe señalarse aparte, no han sido muchos ni de importancia extraordinaria. Libro no podemos mencionar ninguno, fuera de las Antigüedades de Valencia, de Fr. Josef Texidor, cuya reimpresión anotada está haciendo con sumo acierto D. Roque Chabás, con lo que presta señalado servicio á los arqueólogos, que hallarán en esa obra compleja datos interesantes de la labor vieja y útiles referencias de los investigadores nuevos. Se ha hecho, sin embargo, un trabajo que es lástima permanezca inédito después de haber sido premiado por la Asociación de Ingenieros industriales de Barcelona, pues su asunto, enunciado en el título La acrópolis ciclópea de Tarragona, no puede menos de despertar vivo interés. El autor, D. Guillermo J. de Guillén García, debe procurar que su estudio sea pronto conocido de otro modo que por las referencias publicadas en el Boletín de la Asociación Arqueológica Barcelonese

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