DISCURSO PRELIMINAR.

ENTRE los monumentos antiguos de la literatura latina pocos hay cuya pérdida haya sido mas sensible que los diálogos de Ciceron de Re Pública: y apenas se hallará uno solo cuyo descubrimiento auténtico deba escitar mas la atencion de los hombres instruidos y la curiosidad general. Los grandes trozos qué nos faltan de las obras clásicas de historia de Salustio, de Tito Livio y de Tácito, serian las únicas que ofrecerian mayor interes.

Pero la estension misma de su pérdida ha disipado en este punto las esperanzas: no debe suponerse que el ingenioso procedimiento que devuelve al mundo literario el manuscrito que ahora publicamos, pueda jamas aplicarse á las partes voluminosas de las mencionadas historias: y este procedimiento es tal vez única via de comunicacion que nos resta con esa antigüedad cerrada eternamente para nosotros por la muerte y por el tiempo. Los demas medios son impracticables y desesperados: las cenizas del Herculano han quedado estériles. Estos tesoros del espíritu humano, que el fuego parecia haber conservado al consumirlos; estos manuscritos calcinados por las llamas en los que todavia se descubrian letras y palabras, y que en el principio despertaban tantas esperanzas, no han correspondido á ellas de manera alguna; se han disipado al tocarlas. Despues de treinta años de un trabajo contínuo y de diversos ensayos, se han sacado apenas de un número considerable de manuscritos algunas páginas mutiladas de un tratado sobre la música y varias frases de la filosofia de Epicuro. Recientemente la quimica mas fecunda ha agotado sus esfuerzos para desarrollar los pergaminos del Herculano, y separar unas páginas que no son ya mas que una masa negra y