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El campo asordan con mugidos falsos
Las Prétidas: jamás ninguna de ellas
Empero llegó á unirse con los toros,
Aunque el arado en su cerviz temieran,
Ó los cuernos buscasen en sus frentes.
Tú, ¡oh virgen infeliz! por montes yerras
Mientras él, recostado entre jacintos,
De roble negro al pie, pálidas hierbas
Se consagra á rumiar, ó á alguna sigue
Entre grey numerosa, por las selvas.
¡Ninfas, cerrad del bosques las entradas;
Pronto á cerrarlas id, Ninfas Dicteas;
Por si acaso de un toro á nuestros ojos
Se presentara la errabunda huella!
Tal vez á los establos de Gortina
Habrán de conducirlo las terneras,
Ora de algún rebaño en seguimiento,
Ya cautivado por la verde hierba.»
Luego á Atalanta que admiró las áureas
Pomas de las Hespérides celebra;

Á las hermanas de Faeton, con musgo

De una corteza amarga las rodea,

Y trocadas en álamos erguidos
Al punto las levanta de la tierra.
Cantó cómo una Musa á Galo, errante
Del río de Permeso en las riberas,
Llevole al monte Aonio, y cómo alzóse

Ut Linus hæc illi divino carmine pastor

Floribus atque apio crinis ornatus amaro

Dixerit: «hos tibi dant calamos, en accipe, musæ

Ascræo quos ante seni, quibus ille solebat

Cantando rigidas deducere montibus ornos.

His tibi Grynei nemoris dicatur origo,

Ne quis sit lucus, quo se plus iactet Apollo.>

Quid loquar, aut Scyllam Nisi, quam fama secutast Candida succintam latrantibus inguina monstris

Dulichias vexasse rates et gurgite in alto

A! timidos nautas canibus lacerasse marinis:
Aut ut mutatos Terei narraverit artus,

Quas illi Philomela dapes, quæ dona pararit,
Quo cursu deserta petiverit, et quibus alte

Infelix sua tecta super volitaverit alis?

Omnia, quæ Phoebo quondam meditante beatus

Audiit Eurotas iussitque ediscere lauros,

Ille canit (pulsæ referunt ad sidera valles)

Cogere donec oves stabulis numerumque referri

Jussit et invito processit Vesper Olympo.

Todo el coro de Febo en su presencia;
Cómo Lino el pastor, con divo canto,
De apio y flores ornada la cabeza,
<Toma estas flautas que te dan las Musas.
Acéptalas-le dijo,-son las mismas
Con que Hesiodo cantando, hacer solía
Que los fresnos del monte descendieran.
Canta con estas flautas que te ofrezco
El origen del bosque de Grinea,
Y que no haya otro bosque donde Apolo
Con más deleite complacerse pueda.>
¿Diré que cantó á Scila, hija de Niso,
Cuyo vientre, la fama nos lo cuenta,
Blanco lo ciñen monstruos ladradores
Y las naves de Ulises, ¡ay! hundiera,
Y á los tímidos nautas que en su abismo
Sus perros desgarraron con fiereza?
¿Y los miembros cambiados de Tereo?
¿El manjar que le diera Filomena?
¿Cómo ganó el desierto y con qué alas
Sobre su techo el desgraciado vuela?
Cantó también lo que el feliz Eurotas
Decir á Febo oyóle y que aprendieran
Los laureles que crecen en su margen;
Su voz los valles á los cielos llevan.
Brilló Véspero al fin y en los establos
Guardar mandó contadas las ovejas.

ÉGLOGA VII

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