Billeder på siden
PDF
ePub

ÉGLOGA IX

En la introducción á la Égloga I se ha hablado ya acerca del momento histórico de esta Égloga. De acuerdo con la relación tradicional, Virgilio, después de haber obtenido una promesa de protección, regresó á su propiedad; pero no pudo entrar á ella, y su vida fué amenazada por un soldado intruso cuyo nombre es, según unos, Arrio; según otros, Clodio ó Milieno Toro; pero entonces él huyó, hizo un segundo llamamiento á más altas autoridades y este nuevo paso fué al fin coronado por un éxito más permanente. El P. de la Rüe conjetura que esta Égloga fué una petición poética presentada á Varo ó á Octavio. Es posible, sin embargo, como se sostiene en un estudio que se verá al fin de la Égloga, que la relación tradicional no sea cierta, y que esta Égloga sea anterior á la primera.

Cualquiera que sea el momento en que se escribió, está hábilmente preparada para interesar al lector en favor del poeta. Meris, uno de los esclavos, esti yendo á la ciudad, tal vez à Mantua, con parte de los productos de la finca que lleva al propietario usurpador, cuando es detenido por Lícidas, su vecino; relata sus penas y las de su amo, y en cambio recibe una calurosa expresión de simpatía por la pérdida que hubiera sufrido el distrito con la muerte de su ilustre compatriota. Se citan algunos de los versos del poeta para hacer ver cuán grande hubiera sido la pérdida, mientras que el regreso de Virgilio es esperado como un acontecimiento que producirá otros poemas. Hay, además, un cumplimiento para Varo y otro para César. La trama de la Égloga se ha tomado, poco más o menos, del idilio VII de Teócrito, que es la obra más personal del poeta, cuya primera parte se considera como una relación de un paseo al campo, en el curso del cual Licidas, un cabrero y cantor famoso, se encuentra con Simiquidas, el repre sentante de Teócrito, y consiente en cantar con él mientras pasean, Algunos pasajes de la Égloga están tomados de otros idilios, á los cuales se hace referen→ cia en las notas.

Como en Mantua no hay colinas ni hayas, el escenario parece ser más bien imaginario, lo cual confir¬ ma el v. 57.

La correspondencia que existe entre los versos de

Menalcas que se citan, de los cuales Licidas y Meris repiten primero tres y luego cinco cada uno, es, sin duda, intencional.

La fecha de la Égloga es tal vez anterior á la V, y en consecuencia, anterior å las Eglogas II y III.

1. L.--¿Hacia dónde vas, Meris? ¿å la ciudad? El Licidas de Teócrito 'pregunta: Simiquidas, ¿á dónde vas al mediodía? «Quo te pedes.» La elipsis, que es natural en preguntas de este género (compárese con III, 25, «cantando tu illum,» Madwig., 479), omite aquí, en apariencia, «ducit.» Voss compara el pasaje con Plinio, Ep. VII, 5. «Ad diætam tuam ipsi me, ut verissime dicitur, pedes ducunt,» de lo cual infiere que la frase se usaba al hablar de un movimiento involuntario. Así, en Teócrito, XIII, 50; XIV, 42,

ο πόδες άγον, se dice de personas que se mueven sin saber hacia dónde, como dijo Horacio: «I pedes quo te rapiunt et auræ» (Od. III, XI, 49). «Ire pedes quocumque ferunt» (Epod. XVI, 21). En Homero, sin embargo, es una expresión primitiva por andar o correr, y se pondría en duda si aquí no significa más, si no fuera por Teócrito, VII, 21. La expresión usual de Virgilio es «ferre (efferre, referre) pedem.»

«Quo via ducit,» «qua te ducit via, dirige gressum,» Eneida I, 401.

Urbem,» probablemente Mantua, I, 20 y 34. Servio dice: «Quidam hunc ordinem tradunt: Quo te Moeri, pedes? an in urbem? quo ista via du:it?»

J

Según Taubman, para algunos gramáticos eurbem» no se refiere à Mantua, sino á Roma, porque se la llama «Urbs.»

2-6. M.-«Hemos vivido para ser arrojados de nuestra propiedad por un intruso. A él le estoy llevando este presente.»

2. «Vivi pervenimus,» «hemos vivido para ver,» Servio; «vivi» expresa tanto que hubiera esperado morir antes que sufrir tal ultraje, como que la muerte hubiera sido un favor.

«Advena, despreciativo como en la Eneida IV, 591, y XII, 261. El orden de las palabras parece expresar la confusión de Meris, que lleva los cabritos echando el aliento.

3. Wagner lee «quo» en tres M.S.S. en lugar de <quod, y niega que «pervenimus ut» sea latin; Forbiger, sin embargo, lo defiende, y sostiene que «eo> está suplido en la oración, observación que realmente se aplica á todos los casos en que «est» significa «así que, aunque no se exprese ningún antecedente, como «sic,» «adeo» ó «talis.» Por otra parte, «quo, además de que es deficiente, aumentaría la confusión que reina en el orden de la frase mucho más de lo que el estado de espíritu de Meris podría excusar. Lachmann, Lucrecio, VI, 324; Munro, Lucrecio, I, 553, y algunos otros editores aceptan «quod.>>

«Possessor.» «Sullani possessores, Sullanæ possessiones.» Cicerón, Leg. Agr. II, 69 y 98; II, 10;

<bonorum possessor, expulsor, evertor,» Pro Quinct, 30; la palabra había sido asociada con la idea de violencia.

4. «Hæc mea sunt,» VII, 46. Era el lenguaje natural al formular una reclamación.

5. La palabra enfática sería más bien «Fors» que <versat,» puesto que las cosas se regulan por el acaso que nulifica los derechos de propiedad. Pierio dice que en algunos M.S.S. se lee «Sors» en lugar de «Fors.>

6. «Nec» es igual à «non.» Munro, Lucrecio, II, 23. «Vertat bene» es el orden del Med., del Pal. y del Gud. corregido, lo cual prefiere Wagner al común <bene vertat, que se encuentra en el Pal. corregido, en el Gud. original y en uno de los M.S.S. de Ribbeck. El último orden parece más usado en prosa; pero el primero se encuentra varias veces en Terencio.

Mittimus» se usa porque, aunque Meris lleva los cabritos, habla por su amo que envia el regalo.

7-10. L.-Pensé que las poesías de tu amo le habian salvado toda su propiedad.»

7. «Certe equidem» se encuentran juntos con frecuencia. Hand. Tursell., II, pág. 28.

«Qua-fagos» se conecta con <omnia» y expresa la extensión de la propiedad. Aunque la escena es imaginaria, la especificación parece mostrar aquí cierto celo de parte de los estrictos derechos de Menalcas,

« ForrigeFortsæt »