Á sus maridos despedazan ellas, De duros hierros cárgueme mi padre, Ve do las auras ó los piés te lleven; V. 3. Testudo... Sobre el origen de la lira véase la nota al verso 6.o de la oda 10 del libro primero. V. 5.0 Nec loquax olim... Es decir, cuando no era mas que la concha de un galápago. V. 9.° Quæ velut latis... No puede hacerse una comparacion mas gallarda, ni una pintura mas animada. V. 13. Tu potes tigres... Esta idea no pierde de su grandiosidad originaria, por mas que la veamos repetida. Los dos versos que la espresan tienen una armonía majestuosa. V. 15. Cessit immanis... La decoracion se varía. Á una comparacion elegantísima sucede un pensamiento grandioso, y á este la imágen terrible, la espantosa pintura del Cerbero, que la imaginacion ardiente y fecunda del poeta carga de tintas oscuras y amedrentadoras. Nada me ha costado jamas tanto trabajo como trasladar el colorido de este cuadro á mi copia castellana. V. 18. Muniant angues caput ejus, atque... Tal es la leccion unanime de manuscritos y ediciones. Dacier, á lo que creo, fué el primero que notó cuánto el genitivo ejus dañaba aquí á la armonía, y debilitaba el efecto poético. Otros críticos observaron despues que spiritus no puede referirse á manet, pues el aliento no fluye como la podre. Bentley propuso sustituir exeatque á ejus atque. Cuningham, Sanadon y Darú leen æstuetque, que hace un hermoso sentido. V. 21. Ixion... Ixion y Ticio fueron condenados, el primero á ser atado á una rueda que se movia sin cesar, y el segundo á ser devorado por un buitre. Sobre el delito del primero varían las tradiciones poéticas: el segundo habia intentado violar á Latona. V. 23 Danai puellas..... De las cincuenta hijas de Danao, todas, escepto Hipermenestra, asesinaron á sus maridos en la noche de sus bodas, á instigacion de su bárbaro padre. En castigo de tal maldad fueron condenadas á echar sin cesar agua en un tonel agujereado. V. 25. Audiat Lyde... El poeta hubiera podido buscar otra aventura que aterrase mas á Lide que la de las hijas de Danao, porque á la verdad estas podian mui bien estar echando eternamente agua en un tonel agujereado, en castigo del abominable crímen de asesinar á sus maridos, sin que Lide, que no tenia otro delito que mirar con esquivez á Horacio, tuviese por qué inquietarse de una pena que no podia corresponderla en pingun caso. Así, esta historia parece no estar esencialmente ligada con el objeto de la pieza. Pero lo que es mas de observar aun, y lo que acabará de completar la idea, que las odas de Horacio deben haber hecho formar del carácter de la poesía lírica antigua, es que anunciando el poeta que va á contar á Lide la historia de aquellas infames hermanas, y la pena impuesta á su crueldad, refiere esto rapidísimamente en cuatro versos, y consagra despues cuatro estrofas al discurso de Hipermenestra á Linceo. La poesía moderna no sufre estos estravíos, que, como se ha dicho otras vezes, son de la esencia de la antigua. V. 35. Splendidė mendax... La asociacion de este adverbio con este adjetivo forma una preciosísima antítesis. En la traduccion castellana no cabe la misma gracia, porque el splendidè es intraducible. V. 37. Surge quæ dixit... Este discurso es admirable. Hipermenestra dice muchas cosas, pero todas con la rapidez que exige la urgencia del peligro. Despues de advertir á Linceo que corre un gran riesgo, le descubre en dos solas palabras el autor, falle socerum, y en cuatro mas designa el instrumento de la maldad, sorores, quæ singulos lacerant; le asegura en seguida que no hará lo que sus hermanas, nec feriam te, nec intra claustra tenebo; exagera despues la importancia del favor, por la indicacion de las penas que á ella se le impondrán; y por último exige de él una de aquellas recompensas que contentan solo á las almas desinteresadas, á saber, que escriba sobre su tumba la historia de sus desgraciados amores, cuando ella haya perecido, víctima de los rigores á que se espone por salvarlo. Yo no veo que se pueda hacer nada mas delicado ni oportuno. Debe observarse tambien la atencion del poeta de no poner en boca de Hipermenestra ningun epíteto que injurie á Danao, mientras que ella misma califica á sus hermanas de malvadas. ODA XII. Á NEÓBULE. Compadécela de que la severidad de su tio la prive de los placeres del amor. Mísera aquella y triste Que el que hundió á la Quimera, Jamas en pugilado Vencido ni en carrera; Los sus hombros de atleta, |