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ODAS DE HORACIO.

LIBRO TERCERO,

ODA I.

Que no son las riquezas ni los honores los que hacen

la felizidad de la vida, sino la tranquilidad del espiritu.

Léjos, lejos de mí, gentes profanas;
Versos jamas oidos
Escuchád los demas con temor santo,
Que, sacerdote de las nueve hermanas,
A las doncellas y á los niños canto.

á
Al rei acata pueblo reverente,
Y los reyes acatan
Á Jove sin igual y sin segundo,
Al vencedor de la Titania gente;
Cuyo ceño conmueve el ancho mundo.

¿Qué vale si uno votos solicita Por rico, que por

noble Otro al campo de Marte á buscar vuela ?

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Moribus hic meliorque fama Conlendat ; illi turba clientium Sit major : æquâ lege Necessitas Sortitur insignes et imos;

Omne capax movet urna nen. Districtus ensis cui semper impiâ Cervice pendet, non Siculæ dapes Dulcem elaborabunt saporem ;

Non avium citharæque cantus
Somnum reducent. Somnus agrestium
Lenis virorum non humiles domos
Fastidit, umbrosamque ripam,

Non Zephyris agitata Tempe.
Desiderantem quod satis est , neque
Tumultuosum solicitat mare,
Nec sævus Arcturi cadentis

Impetus , aut orientis Hædi;
Non verberatæ grandine vineæ,
Fundusve mendax; arbore nunc aquas
Culpante, nunc torrentia agros

Sidera , nunc hiemes iniquas.
Contracta pisces æquora sentiunt,
Jactis in altum molibus : huc frequens
Cæmenta demittit redemptor

Cum famulis , dominusque terræ

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¿Que este en costumbres y opinion compita,
Que aquel muestre su larga clientela ?
De ellos

у

todos sin cesar la suerte
Los nombres confundidos
En la urna espaciosa agila ciega,
Y en lei igual la inexorable muerte
Al grande y al pequeño a su vez siega.

¿Cómo á aquel placerán a quien la espada
Siempre amaga desnuda ,
Ricos manjares, ni sabrosos vinos,
Ni al sueño rendirán lira acordada,
Ni el ruiseñor en regalados trinos ?

El sueño, que en la rústica mejilla
Suave y blando posa ,
Y la paz ama de pajiza aldea ,
Y el fresco valle, y la sombrosa orilla ,
Que el aliento del zéfiro recrea.

Á aquel que solo, de ambicion seguro,
Lo necesario anhela,
No aterra el Ericton apareciendo,
Ni en el ocaso hundiéndose el Arcturo,
Ni del airado mar el ronco estruendo ,

Ni azotando las vides la pedrea,
Ni la dulce esperanza
De mies frustrando el engañoso suelo,
De largas lluvias ya la culpa sea ,
Del ardor estival ú el crudo hielo ;

Mientras en la ancha playa amontonando
Materiales y obreros,
Hombre hai que con la tierra no contento
Alza en el mar palacios, estrechando
Al escamoso pez en su elemento.

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Fastidiosus; sed Timor et Minæ
Scandunt eòdem quò dominus; neque
Decedit ærata triremi, et

Post equitem-sedet atra Cura.
Quòd si dolentem nec Phrygius lapis,
Nec purpurarum sidere clarior

nec Falerna
Vitis, Achæmeniumque costum.
Cur invidendis postibus, et novo
Sublime ritu moliar atrium?
Cur valle permutem Sabina

Divitias operosiores?

Delenit usus,

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Escaligero y algunos otros comentadores despues de él habian reconocido que la primera estrofa de esta pieza no estaba en su lugar. ¿A qué fin en efecto empezarla alejando a los profanos, imponiendo despues silencio á los circunstantes, y fijando su atencion por fórmulas, que solo se empleaban en las ceremonias religiosas? ¿Las verdades contenidas en esta oda merecian, a pesar de su importancia, que se tomasen tantas precauciones para anunciarlas? ¿No tiene nuestro poeta otras piezas, en que pareceria mejor este exordio, si es que podia parecer bien en otra parte que en una composicion destinada para ser cantada en una fiesta pública ? ¿En qué sentido ademas podia convenir á estos versos la calificacion de, no oidos hasta entonces,

El duro afan y la zozobra grave,
Y el rezelar sombrío
Do quier que vaya en pos vuelan empero ;
Suben con él á la ferrada nave,
Siguen en el caballo al caballero.

Y si á lanzar del ánimo mezquino
No bastan la zozobra
Cual el oro la púrpura esplendente,
Ni el (rigio mármol, ni el falernio vino ,
Ni los gratos perfumes del oriente;

Pórticos altos, puertas suntuosas
La envidia alimentando,
¿Para qué en afan ciego yo alzaria ?
Ni ¿cómo por riquezas afanosas
Trocara yo la alegre quinta mia ?

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non prius audita? Convengamos en que la estrofa de odi profanum vulgus no hace parte de esta pieza, con la cual no es estraño que aparezca unida, visto el desórden y la confusion, que la barbarie y las revoluciones de la edad media introdujeron en los manuscritos, que sin embargo se nos conservaron dichosamente.

Por lo demas, sentencias magníficas, versos armoniosos, brillantes imágenes , espresion rica , unidad en tin y coherencia en el plan forman de esta una pieza soberbia.

V. 1.° Odi profanum... Al empezar ciertos sacrificios se hacia salir del templo á los que no estaban iniciados en los misterios.

V. 2.° Favete linguis... Fórmula con que se imponia silencio á la multitud durante ciertas ceremonias reli

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